Elvis Crespo rey, en el Festival de la Calle 8

Tota

MIAMI – El aceite estaba en su apogeo. Milly la boricua, como se identificó, lo tenía todo preparado para poner la masa de bacalaítos hecha en casa a freír. Su familia, los Galarza, no era como otras de las muchas familias que abarrotaron el domingo el famoso Festival de la Calle 8, la fiesta callejera más grande del mundo, que puso fin a la celebración del Carnaval Miami 2001.

Los Galarza habían viajado desde Puerto Rico para vender sus frituras, todas clásicos de la gastronomía puertorriqueña. Ya ellos están acostumbrados a trabajar en verbenas y fiestas patronales de la isla, pero no en un evento como éste, donde es costumbre la visita de un millón de personas (con un aporte económico a la ciudad estimado en los $20 millones). Asi que, masa no podía faltar. Había para más de 2,000 personas, dijeron los cocineros.

Con el pasar de los años, este «open house» de la Calle 8, que abarca desde las avenidas 4 a la 27 de la ciudad, ha ido adquiriendo un sabor cada vez más boricua. Porque en cuanto a sonido por lo menos siempre ha sido bien puertorriqueño. Este año, el rey del Carnaval fue Elvis Crespo, y coterráneos de éste abundaron por las tarimas ubicadas a los lados del marátonico evento.

De los veteranos que recuerdan estar viniendo desde el principio, está Rafael Ithier, alma de El Gran Combo, quienes se presentarían en una tarima auspiciada por Budweiser, la estación radial Salsa 98 y la cadena de televisión Univisión (en años anteriores, Univisión se había destacado por tener su propia tarima pero, en esta ocasión, al parecer por la nueva austeridad que impera en la empresa, se aguantaron las ganas de gastar billetes. Quien llenó ese espacio, tirando la casa por la ventana, fue su rival Telemundo).

«Este es un gran festival, porque celebra toda Latinomérica», dice Ithier tras bastidores. «Siempre nos invitan, y para nosotros no ya no es trabajo, es tradición».

Mientras el legendario músico y sus colegas aguardan, el Grupo Niche hace de las suyas ante el eufórico público que ondea banderas de sus respectivos países. Luego le toca el turno a Sergio Vargas, llevando afro y un «look» bien «Mod Squad». Vargas se queda con aquello.

Compartiendo fuera de tarima se encuentra el antiguo campeón de boxeo y a veces salsero panameño Roberto «Mano de Piedra» Durán. Pero el famoso pugilista no es el único panameño allí. También están Dementes, grupo de rap / reggae en español que anda promocionando su primer álbum, «La conquista». Con el sencillo ´La colita´sonando ya por acá, esperan poder ir a Puerto Rico a darse a conocer.

Dar a conocer de dónde provienen no es difícil para la multitud de personas que recorren la atestada calle, lo mismo con un muñeco inflable que con una espada ninja de plástico. Los puertorriqueños y los cubanos gozan de identificarse con pañuelos en la cabeza, gorros, camisetas y banderas por capas que indican de dónde son. Pero esto no es exclusivo de las dos Antillas. Los dominicanos no se quedan atrás y, en esta ocasión, se nota una fuerte presencia de mexicanos y centroamericanos, sobretodo hondureños y salvadoreños.

Una pareja de bailarines de salsa, ya entrados en añitos, prácticamente se roban el «show», mientras tocan Carlos Oliva y Los Sobrinos del Juez. Justo y Carmen Andino llevan camisetas que ilustran el castillo de San Felipe del Morro, por lo que apenas hay duda qué sangre llevan en las venas.
Salsa, merengue, soca, cumbia y punta, en fin, prácticamente de todo, tocan los miembros de La Raza Band. Los jóvenes salvadoreños se ganan el afecto del público al destacar que, mientras su país ha sido devastado por terremotos, no así el alma alegre de su gente.

Los ritmos de soca y punta (baile en el que las puntas de los pies tienen un papel preponderante), se manifiestan con el grupo Silver Star. Estos hondureños reúnen a gente de todas las nacionalidades, y no hay quien pare de bailar.
Que precisamente es lo que se lleva a cabo en la tarima principal de la cadena Telemundo.

Los bolivianos Azul Azul abren con «La bomba», y vuelve a explotar el entusiasmo del público por ellos. Huey Dunbar, ex vocalista de DLG, y el sonero de la juventud, Víctor Manuelle, además de Yolanda Rayo, la colombiana hecha famosa con «Se dice de mí», tema principal de la telenovela «Betty, la fea», hacen de las suyas en el escenario. Ednita Nazario cautiva con cuatro temas, incluyendo su más reciente y exitoso sencillo, «Devuélveme». Los boricuas siguen haciendo presencia en grande con Grupomanía, elegantemente ataviados de blanco.
Bajó la animación de Nadia Rowinsky y Roberto Angelelli, prosigue el desfile de estrellas (el espectáculo de Telemundo se transmitirá aquí el 18 de marzo por la cadena). Los panameños Rabanes calientan con su «My Commanding Wife», seguido de la cantante de música ranchera Graciela Beltrán.

Por fin, acercándose a las 6 p.m., sube a la tarima la animadora peruana Laura Bozzo (de «Laura en América», que, según dijo a Espectáculos, se rodará ahora acá en Miami, además de México y Venezuela), para presentar al monarca del día, Elvis.

En un aparte con Espectáculos, en su camerino, y visitado por sus antiguos compañeros de Grupomanía, Crespo admite que, en efecto, «estamos llevando a cabo conversaciones para grabar un disco juntos».

Wow, por no decir Flash.
«Ellos han sido parte muy importante en mi desarrollo», dice el merenguero, procedente poco antes de Venezuela, donde se presentó en un espectáculo privado. Crespo afirmó sentirse satisfecho con la recepción que ha tenido su más reciente álbum.

«Cada canción cumple un propósito», señala. «Estas son canciones que van a ser parte de mi historia». Historia que este año planea llevar a los mercados europeo, asiático y australiano.

Pero, esta noche, su público es latinoamericano. Con un flamante cuerpo de bailarines y coristas, Elvis se los echa al bolsillo, abriendo con ´Wow Flash!´. Tras un solo tema más, sin embargo, el rey del Carnaval se despide. Tras bastidores trasciende después que habían surgido problemas técnicos con el sonido.

Eso, sin embargo, no pareció importarle al gentío, que suavemente comenzó a desfilar del área satisfecho con todo lo que había acontecido ese día. Ya, sin duda, era tiempo para otro bacalaíto.