“Soy un hombre que viene de abajo, de una familia bien humilde y mi madre y mi padre nos enseñaron a no olvidar nuestra raíz, nuestro origen, igual que me enseñaron a ser un hombre decente y trabajador´´, declara el Cuco del Merengue mirando el lago que bordea su residencia en el sur de Miami.
“He trabajado mucho y muy duro´´, comenta el artista que lleva 25 años en el mundo del espectáculo, en los que ha grabado 10 discos como solista, varios con la legendaria agrupación dominicana Los Hermanos Rosario, y tiene 15 álbumes de recopilaciones, lo que le ha permitido vender más de cuatro millones de copias. “Por eso estoy seguro de ganar mis Grammy. Es lo que me faltaba para sentirme realizado artísticamente´´, dice con sonrisa amplia.
La historia de este triunfador comenzó en Higüey, poblado de extrema pobreza en su país: “Campo, campo, allí yo cantaba desde que abrí los ojos y todos tocábamos sin instrumentos´´. Y al preguntarle ¿qué género de música?, con naturalidad confirma: “Merengue, siempre merengue´´.
Hace una pausa y agrega: “A mí me gustaban también los boleros´´ y sabemos que conoce y canta los clásicos de la trova cubana, el repertorio de María Teresa Vera, los danzones que cantaba Barbarito Diez y los boleros que interpretaban Vicentico Valdés y Orlando Contreras, artistas cubanos que eran populares en su país siendo él un niño.
“Además de los famosos de mi país, como Johnny Ventura, Cheché Abreu, Wilfrido Vargas. Nosotros teníamos el sueño de llegar a ser artistas famosos como ellos´´. Queda embelesado y cuenta: “Eramos muy queridos en el pueblo.
Salíamos a recolectar por las bodegas para comprar instrumentos y la gente nos ayudaban, de a 50 centavos, de a peso´´. Sonríe con nostalgia: “Eramos 14 hermanos, siete varones y siete hembras. Con latitas y pico de botella hacíamos cumpleaños de muñecas´´. Y menciona al hermano mayor, ya fallecido: “Pepe era el jefe. Después yo cogí el mando´´.
Agradecido, recuerda a uno de los primeros en creer en Los Hermanos Rosario: “Un síndico de Higüey, Homero González, nos regaló el primer equipo de sonido´´. Pero faltaba mucho para conquistar el sueño. “Cuando nos mudamos para La Romana, mi padre, viendo que soñábamos con la música, hipotecó la casita para comprarnos instrumentos´´. Hace una pausa, vuelve a mirar el lago y dice con un nudo en la garganta: “Después nosotros les hemos comprado muchas casas a mi padre y madre´´.
Fue un reto lo que le obligó a dejar la orquesta de sus hermanos y lanzarse como solista: “Quería saber si yo era famoso por cantar en la orquesta de Los Hermanos Rosario o yo tenía talento de verdad´´.
Con ese propósito se fue a Puerto Rico, donde se casó y fue acogido por los puertorriqueños. “Siempre le estaré agradecido a ese pueblo que tanto me quiere. Ellos me apoyaron´´. En cuanto a sus hermanos, confirma: “Nos seguimos queriendo y nos reunimos en la casa de nuestros padres, compartimos con nuestros sobrinos. Seguimos unidos´´ .
Ha tocado distintos instrumentos, desde el bajo a la batería, pero en sus espectáculos actuales se presenta cual concertista: “En mis presentaciones el público no baila. Se queda disfrutando el show, como si fuera un concierto pop´´. Y recalca: “Yo soy un poco roquero. Por eso, aunque mi música es rica para bailar, en las presentaciones me gusta actuar y hacer un show con todos los recursos, con montaje de luces y buen sonido. Soy mejor en vivo que en disco´´. Ahora le gusta cantar salsa, boleros, reggae, balada: “De todo para variar y entretener al público. Algún día haré un disco de boleros a lo Vicentito Valdés´´.
Ha dejado de hacer presentaciones en discotecas y se ha concentrado más en escenario mayores. “Antes me mataba más. A mí me gusta cantar y lo doy todo, sin mirar el tiempo. Pero es duro cantar todas las noches. Lo hice muchos años´´, dice y confiesa que luego de actuar, suele recogerse a su habitación: “Alguién me espera allá siempre´´. Y mira a su esposa.
Con 10 hijos de tres matrimonios, Rosario declara que se ocupa de todos ellos y que si ha habido algún atraso en las remesas económicas que pasa a cada uno, ha sido por estar de gira en Europa, a donde suele ir cada año. “Pero mis abogados siempre están al tanto y, siempre que se puede, trato de verlos y estar con ellos´´. El mayor de sus hijos actúa con él en su orquesta.
Su mayor orgullo artístico está en su permanencia. “He tenido esa suerte. Mi merengue es bueno para bailar y para escuchar: fino, delicado, sin vulgaridades, sin ofender a la mujer. Un merengue que le gusta a los muchachos y a los mayores. Por eso no he tenido decadencia en mi carrera´´.
Y, luego de actuar ante 40 mil espectadores en el Estadio Quisquella, destaca: “Ahora voy a actuar solo en Altos de Chavón, donde siempre son presentaciones de varios artistas´´, un escenario que ayudó a contruir como albañil: “Mis compañeros me decían: `Te falta mucho, muchacho´. Y yo soñaba y soñaba. Mira ahora voy a actuar para mi pueblo allí´´. No pierde prenda al asegurar: “Y les voy a llevar el Grammy´´.
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