Tony Vega con el pueblo en la San Sebastián

Tota

Como era de esperarse, la Calle San Sebastián se convirtió el pasado sábado en el destino de miles de puertorriqueños que, desde tempranas horas de la tarde, aseguraron su espacio en busca de la fiesta y la diversión.

La tarea no era una fácil, pues todas las posibles rutas para llegar al Viejo San Juan se convirtieron en enormes líneas de vehículos que, en un momento dado, quedaron paralizadas.

Las actividades del día iniciaron temprano, pasado el mediodía el público disfrutó del tradicional concurso de trovadores, los niños tuvieron su parte con la presentación del payaso Remi y luego, el vistoso desfile del baile de época que culminó con un bailable en el Convento de los Dominicos.

El cierre musical estuvo a cargo de Tony Vega, lo que se convirtió en la opción real para el público más adulto que llegó hasta el área.

Entre música, artesanías y los típicos bacalaitos y alcapurrias, la noche continuó recibiendo cada vez más público listo para la fiesta. Algunos llegaron cantando, otros con pleneras en mano y hubo hasta quienes caminaron largas distancias cargando sus congas y trompetas para amenizar el rumbón.

El ambiente realmente fue uno interesante, pues bastaba con caminar a lo largo de la repleta calle San Sebastián, para encontrar en cada esquina una invitación a celebrar, aunque la gente no se conociera entre sí.

Principalmente para la juventud, quienes parecieron haberse olvidado de la existencia de las discotecas y las famosos “pubs” durante este fin de semana, esta celebración se convirtió en la oportunidad perfecta para encontrarse con viejas amistades en un ambiente diferente, mientras paseaban por la calle con su “cervecita en mano”, algo que sólo se permite durante esta ocasión.

¿Que si muchos se quedaron con los deseos de poder llegar? Definitivamente que sí, pero para ellos, la fiesta continuó ayer domingo. Aunque claro, teniendo en mente que luego de un fin de semana tan agotador, había que regresar a clases o a sus respectivos trabajos.

De esta forma, mientras unos entonaban el acostumbrado “Voy subiendo, voy bajando” y otros con la adrenalina arriba continuaban su caminata por las diferentes calles de San Juan, quedó demostrado que la tradición en la San Sebastián está más viva que nunca.