Como abejas al panal asistieron los fanáticos al llamado “El Encuentro de dos Grandes”, llenando un espacio que acomoda entre 14 mil y 16 mil personas. El concierto, que comenzó con dos horas de retraso, inició con la presentación del compositor y cantante peruano Gian Marco, quien calentó al público en una breve, pero bien apreciada intervención cuando cantó el éxito que le compuso a Emmanuel, Sentirme vivo, y luego uno suyo, Se me olvidó. Su fugaz intervención dejó al público, ansioso ya por la demora, deseoso por disfrutarlo más.
El malestar de la espera quedó atrás cuando Montaner salió a escena e hizo delirar a su fanaticada con su éxito La cima del cielo. El público rápidamente le acompañó en esa y otras canciones durante la noche.
Montaner se mantuvo montado en el tren del deleite con temas como Tan enamorados, Será y A dónde va el amor. Supo balancear las canciones de tempo lento con las más animadas y tocó cada corazón venezolano al incluir un popurrí de éxitos folclóricos. La algarabía continuó cuando alborotó a todo el mundo con su versión de Cachita, clásico del puertorriqueño Rafael Hernández en el que insertó hasta un estribillo en rap.
Con Déjame llorar arrancó lágrimas de los presentes por la emotividad con que la interpretó y volvió a subir la temperatura con la interpretación de una bachata, que aprovechó para hacer una jocosa imitación de Juan Luis Guerra. Lástima que el verdadero Guerra no hubiera salido en ese momento para sorprender al público.
Montaner dejó dos de sus más grandes “hits” para el final, Bésame y Me va a extrañar, para acabar con la siempre pachanguera Vamos pa´ la conga (a la vez que en las tres enormes pantallas en tarima se exhibían unas curiosas imágenes de tribus africanas e indígenas).
Luego del poco gracioso “relleno” durante el largo intermedio que precedió a Juan Luis Guerra, éste irrumpió en el escenario con una entrada magistral por su simplicidad: en bicicleta a los acordes de El Niágara en bicicleta. El público se puso de pie y celebró fervorosamente con un artista que no había pisado un escenario de Miami en nueve años, que no tiene canción nueva en la radio ni álbum que promover.
Acompañado por su grupo 4.40, fue amo y señor de la tarima con Vale la pena, Woman del Callao, Visa para un sueño y otras. Sobresalieron además Ojalá que llueva café, Como abeja al panal y Burbujas de amor, tema en el que Montaner salió a escena, pero de una extraña manera al presentarse con la letra en mano. ¿Sería broma o era cierto que un veterano como él no se la supiera?
Pasada la medianoche, la gente quería bailar, no ser arrullados, por lo que el recital perdió algo de momentum cuando Guerra interpretó dos hermosos temas cristianos.
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