El son se impone como género bailable en R.Dominicana

Tota

Grupo La Perla Sonera durante una de sus actuaciones. Es uno de los más recientes grupos de son.
El paso de los años ha ido sepultando la perdurable realidad de que sólo era para ‘‘algunos’’ el son.

Ese contagioso ritmo antillano, cuyas letras incrustadas al compás de una pegajosa música a base de guitarras, ‘‘tres’’, bongós, contrabajos y otros instrumentos de percusión o de viento’’, narrando las más inverosímiles vivencias del cotidiano libador de largos tragos quien, inspirado en sus amarguras, romances y fantásticas historias de amor, lleva al bailador u oyente una historia tan real, que hace vivirlas proyectándola objetivamente en su imaginación.

Se creía que ese son había sentado sus raíces únicamente en sectores fabriles vinculados a muelles, barrios y zonas muy específicas.

Se pensaba que soneros eran sólo aquellos trabajadores portuarios de ‘‘Borojol’’ y sus alrededores, Villa Consuelo, Villa Mella, Villa Duarte y otros, quienes, tras una agotadora jornada de duro trabajo, los domingos por las tardes, gorrita, zapatos duo tonos, impecable camisa y perfectamente ‘‘fileteado’’ pantalón de raros y múltiples colores, convertidos en extraños personajes, orondos y acompañados de una damisela con similares estrafalarios atuendos, partían con rítmico andar hacia aquellos bares donde sin inhibicioness se dibujaba un ‘‘Arriba María Antonia’’ del Sexteto Habanero o un ‘‘Figurin’’, de Cuco y Martin Valoy y Los Ahijados.

Los años iban pasando en ese rutinario ir y venir y el Son, cual artículo prohibido, seguía siendo una especie de ‘‘espacio reservado’’, al que accedían únicamente aquellos laboriosos obreros que, de manera infalible, incluían en sus presupuestos, por exiguos que fueran, los pesos de los ‘‘potes de romo’’ y solventar esas horas de sano entretenimiento, para ellos imprescindibles, y una especie de estimulante para su duro batallar en los caminos de la vida que habrían de emprender durante la dura jornada del pesado lunes que se acercaba inexorable.

Lugares de antes

Apenas dos o tres lugares para ‘‘dibujar’’ el son existían en Santo Domingo. Y sólo Manolo Minaya y su Sexteto Enriquillo, Los Soneros de Borojol, Los Ahijados, Pablo Mendoza y sus Neutrales y Bartolito y sus Bravos del Son entonaban sus sones al limitado, pero delirante, cautivo y apasionado público de soneros que los seguía por doquier.
El camino fue largo, tortuoso, angosto, tedioso y lleno de dificultades, principalmente alimentado por el falso tabú de que el Son era para esas gentes de los muelles y los barrios….. Las gentes de ‘‘high class’’ no asimilaban lo que se avecinaba.

Ahí estaban ya Radio Guarachita, casi a tiempo completo y Onda Musical, en horario parcial y tímido, ‘‘metiendo sus sonsitos’’. Y ya, además de ‘‘ guardias y domésticas’’, eran muchos quienes disimuladamente y con el volumen de sus radios receptores en bajísimos decibeles, escuchaban esa popular música casi dando a entender que cometían una de las peores herejías.

Nuevos negocios

En la década de los 70, llegó de retirada desde Estados Unidos un dominicano que tenía muchos años viviendo en esa urbe. Trajo algunos ahorros, y tuvo la valentía de abrir en Villa Mella un novedoso negocio que le puso como nombre ‘‘La Vieja Habana’’.

Generoso Berroa llevó el negocio a ser el más popular de su género y el más frecuentado, ya no sólo por soneros, sino por un público mucho más amplio y heterogéneo y ya despojándose de los prejuicios de que el Son eraa para los ‘‘muelleros’’.

Se recuerda que por el lugar desfilaron desde secretarios de Estado, altos jefes militares y diplomáticos, hasta personajes de las más distintas actividades de la vida nacional.

Sin lugar a dudas, ‘‘La Vieja Habana’’ rompió todas las falsas expectactivas de que para llegar hasta el Son había que transitar por un camino lleno de valladares.
Viernes, sábados y domingos y durante mucho tiempo, las orquestas de los Hermanos Heredia, Bartolito y los Bravos del Son y Pablo Mendoza hacían las delicias de los parroquianos que en número crecia vertiginosamente.

Más aristocrático

Siguió el Maunaloa que dió apertura a sus ‘‘Domingos Soneros’’, seguido por Las Palmas, del hotel Santo Domingo. El Son estaba ya comenzando a hacer su entrada triunfal a aristocráticos lugares de diversión.

Junto con los lugares, crecían tambien los grupos musicales, que ya le daban al Son un estilo mas de ‘‘salon’’. Grupo Maniel, la Sonora Sonera, Los Soneros de Haina y muchos más.

José Belliard, otro dominicano que residió muchos años en Nueva York abrió hace varios años, por los alrededores de Sabana Perdida, otro sitio de baile de Son. Se trata el Monumento del Son, lugar conocido como ‘‘el sitio sonero de moda’’.

Por alli, viernes, sabados y domingos desfilan los más populares conjuntos soneros, con la presencia de distinguidas personalidades que disfrutan de ese tipo de musica, ya para escucharla, ya para bailarla. Gran cantidad de público abarrota el lugar. Pero el desarrollo del Son no para ahí.

Los domingos, el exclusivo Club 60 de la avenida Maximo Gomez, frente al Teatro Nacional, presenta el ya famoso ‘‘Domingo Sonero’’, cuya animación está a cargo de Gustavo Arias, una de las personas mas conocedoras del Son y su evolución en la República Dominicana. Por el lugar transitan todos los domingos importantes grupos y conjuntos y un público bastante numeroso.

El Chino Mendez también ha abierto un concurrido lugar en la avenida Venezuela, donde se ofrecen fiestas soneras varias veces a la semana, además de El Gato Tuerto, en la avenida San Vicente de Paul, que tambien ofrece bailables soneros.

Más recientemente, ha sido abierto con gran éxito un nuevo negocio donde se presentan fiestas soneras. Se trata de ‘‘La Bodeguita de la Habana Vieja’’, en la avenida Independencia, donde tambien hay fiestas soneras.
Muchos clubes sociales, especialmente de la capital, incluyen en sus programas de diversiones para sus asociados, fiestas de Son que amenizan los más populares grupos.

El grupo más joven

Así como han crecido los lugares donde se presentan fiestas soneras, también han crecido las orquestas, siendo la más joven y una especie de fenómeno, ‘‘La Perla Sonera’’, que fundó hace algún tiempo el joven, y brillante trompetista Eliascar Augusto Rivera Delgado. Éste se presenta en el Monumento del Son, Club 60 y en la Discoteca Las Vegas, de Santiago, entre otros lugares y fiestas privadas.
Este joven músico nació en la Capital, pero se crió en Bayaguana. Ha andado largos caminos y es, hoy por hoy, uno de los mejores y más populares grupos soneros de República Dominicana.

Rivera era un percusionista de ‘oídas’, pero gracias a su esfuerzo, estudio y superación, es uno de los mejores trompetistas y directores de grupos musicales dominicanos.
‘‘Podemos decir que el son es indetenible en la República Dominicana y cada día que pasa su aceptación es mayor entre el público dominicano’’, dijo Rivera.