Puerto Rico ´llora la pérdida de Tite Curet´

Tota

La historia entre Norma Salazar y Catalino “Tite” Curet Alonso inició en 1985 cuando la folclorista se lo encontró en una calle del Viejo San Juan. Pensó que era la única oportunidad que tendría para pedirle un poema diferente a lo que estaba acostumbrada a declamar, “algo que no fuera, ´te vo a matá, te vo a comé´”, por lo que gestionó el encargo.

“Quería hacer otra poesía además de la de (Luis) Palés (Matos) y Fortunato, así que cuando vi a ese monstruo (poético) por la San Sebastián le pregunté: ´¿Usted es Tite Curet?´, él odiaba la pregunta”, relata Norma Salazar, fundadora del conjunto Plenibom.

Él tomó su número telefónico y ella pensó que jamás la llamaría. Al día siguiente, a las 6:00 de la mañana, timbró el teléfono. Era Tite para decirle que tenía lo que ella buscaba.

“Me dio un mamotreto de poemas que había escrito y como era bien celoso con su trabajo, hizo que le declamara uno de él porque quería estar seguro que lo haría bien”, confiesa Norma, quien se unió a él sólo unos meses después de conocerlo.

Su relación con Tite
Cuando comenzaron su relación Norma Salazar informa que el laureado compositor ya se había divorciado de Hilda Velázquez, por lo que cuando le preguntó si quería vivir con él respondió en afirmativa.

“Él vivía en Isla Verde y me dice que ya era hora de tener una compañera y yo acepté”, dice la folclorista, quien vio en Tite una persona mayor –por 17 años– “seria, un hombre que si me estaba escogiendo como compañera y me estaba haciendo esa proposición, que había estado 20 años solo luego de su divorcio, era que estaba seguro de mí”.

La pareja estuvo unida por 17 años. No se casaron, no hablaron de matrimonio. “Ni una vez”, dice ella “pero si lo hubiera hecho (casarse), hubiese sido en la época en que mi mamá vivía, ella lo estimaba y me preguntaba si me iba a casar. Yo no necesitaba papeles y, como él no me ponía el tema, yo tampoco”.

Vivieron frente a la Plaza de Armas, en un lugar privilegiado donde –asegura– “llegaba todo el mundo, él era feliz”. Luego, cuando la salud de Tite Curet comenzó a decaer, Norma decidió trasladarse hasta el área de Baldrich, en Hato Rey, por la comodidad de una casa amplia y el acceso a los médicos.

“En ese tiempo le hizo mucha falta San Juan e hicimos los arreglos para mudarnos frente a la Plaza Colón”, recuerda.

Apuntada con el dedo
La declamadora realizó un viaje con carácter de urgencia a Cuba, para julio del pasado año, con el fin de estar junto a su hijo único, quien recibió tratamiento médico en la vecina Isla.

Reitera que su esposo, porque así lo describe, la apoyó en su viaje y que para esa misma fecha él sufrió una recaída.
“Me dio su apoyo en todo momento. Sabía que era importante para mí y para una vida joven”, explica quien percibió el rechazo de la familia del poeta una vez llegó a Puerto Rico, lo que describe como “una conspiración”. Inclusive, dice que fue expulsada del hospital por Hilda de los Ángeles (Angie), hija de Tite.

“Llegué domingo y fui a verlo. Él me pregunta: ´¿Cómo está Cuba?´. Y yo le digo allá las novias lo preguntaron, que lo estaban esperando, que se pusiera bien pronto, que iba a Cuba. Eso fue lo que hablamos porque había mucha gente. Al otro día volví y es cuando su hija me expresa que ella era la única persona autorizada allí y que yo debía salir, irme de allí. El enfermero, que no recuerdo el nombre, me sacó”, comenta sobre el incidente ocurrido en el área de cuidados intensivos del hospital San Carlos.

Sin amilanarse, la compañera regresó dos días después y pudo hablar con el también periodista. En esa ocasión, sostiene, Tite le comunicó que su hija quería que se casara nuevamente con Hilda Velázquez.

“Me dijo: ´Tú sabes que yo no puedo hacer esto´ y yo le dije: ´Papi, eso no va a pasar´. Nunca le dije lo que había pasado con la hija. Sé que se manejó la información muy mal, para él, y lo próximo que sé es que hay una boda. Me llamaron y me dijeron que Tite se casaba esta tarde, a las 5:00”, recuerda quien se sintió imposibilitada de resolver la situación.

“Ya lloré a Tite… ya lloré la pérdida de Tite, porque aquello para mí fue… pensaba que no podía hacer nada, no podía armar un escándalo, no me podía aparecer por allí, tengo un nombre que cuidar. Dejé que las cosas pasaran y guardé silencio, pensé que en su día se va a saber que se cometió una injusticia”.

Sobre este particular, Rafael Viera, inseparable amigo de la pareja, comentó a este diario que en esa etapa Tite Curet “se sentó aquí (en Viera Discos, parada 15, Santurce) a llorar y a maldecir porque le habían engañado, que la hija y las hermanas le habían engañado, yo lo vi llorando porque él decía que no tenía que hacer eso, él no tenía que casarse, el quería a Norma, estaba lleno de amargura”.

Cuando alguien le preguntaba a Norma por Tite, ésta respondía con dolor que no se lo mencionaran, asegura ella.
“Tenía mucho dolor por las cosas que se dijeron cuando estaba ausente. Muchos compañeros de la prensa, a los que estoy agradecida porque me han tratado con mucha delicadeza en estos momentos, quizás por una información que se manejó con mala intención, ponían siempre en las noticias ´Norma sigue en Cuba´, ´Norma permanece en Cuba´… lee entre líneas. Yo, en aquel momento, no quería hablar, porque me causaba dolor, porque iba a llorar y si lo hacía, lo que iban a pensar era que tenía arrepentimiento porque lo hice mal y eso no es así”, aclara.

Describe la relación sostenida con las hermanas de Tite, especialmente con Judith, como una cercana, “mis cuñadas eran mis hermanas”.

“Cómo es posible que el día antes de irme a Cuba yo hablara con Judith (una de las hermanas) y ella me dijera: ´Ya hice compra, porque él se iba a quedar allá, ya le tengo el cuartito limpiecito y aquí nadie lo va a molestar, Norma´.

¿Cómo tú vas a hablar eso conmigo y mañana no sabes dónde yo estoy o a dónde iba? Me imagino que esas personas se tuvieron que sentar para planificar. Esas personas que van a la Iglesia Pentecostal, aleluya, gloria a Dios, que no se pintan, que usan las faldas acá (señala sus tobillos)…”, se cuestiona quien evitaba retratarse junto a su compañero “para que la gente no dijera que quería aprovecharme de él”.

“Yo he trabajado desde los 15 años y nunca quise saber sobre sus asuntos de las re-clamaciones de su obra mu-sical, los problemas. Cuan-do alguien venía a hablarle de eso, yo me iba y le decía que no me comentara al respecto”, manifiesta.

Su recuperación
Las siguientes semanas fueron dolorosas para Norma, quien viajó a Francia para compartir con su hijo y despejarse.
“Mi hijo, que trabajaba en la industria radial en Francia, me llama y me dice: ´¿Qué quieres hacer?, tú siempre has querido conocer Francia, vente conmigo que te envío el pasaje´. Él estaba muy preocupado y yo no podía hablar como te estoy hablando ahora”, afirma quien decidió aumentar sus horas de trabajo para canalizar el dolor.

El reencuentro, como amantes
El segundo enlace entre Tite Curet e Hilda Velázquez no restringió que Norma Salazar volviera a compartir con el compositor. Sabiendo que algún día se lo encontraría de frente, la declamadora intentó prepararse mentalmente para ese momento.

Un día salió hacia el supermercado y al pasar frente a la Plaza de Armas escuchó un singular “Norma”, pero pensó que era su imaginación. Un segundo llamado la hizo reaccionar. Al otro lado de la calle, sentado en un banquito, estaba Tite.

“´Ven acá, siéntate´, me dijo. Yo crucé, claro. Pero al verlo se me fue el coraje. Hablamos mucho, muchísimo”, ese día quedaron en almorzar.

Secando sus contenidas lágrimas, las que habían humedecido sus ojos a lo largo de su relato, Norma continuó: “nuestra vida era normal. De ´mira, ve y cómprame unos plátanos´”, sobre esta anécdota guarda un papel amarillo, escrito a lápiz, inmortalizando el mensaje: “Salí, voy a la iglesia y luego a El Mundo. Si acaso haces la comida, me la dejas que yo cuando venga me la como. Ahí donde tú los ves, esos plátanos ganaron una vez el certamen de belleza. Hay Hagen Dass (mantecado Häägen Dazs). Esta noche hay que hacer compra”.

“Nosotros nos veíamos, salíamos, primero esposa y luego amante”, explica.

La última vez que lo vio
En un cartapacio guarda varios mensajes para ella escritos por Tite. Un portavasos la remonta a 1992 cuando viajaron a Curazao. “Norma, lo que importa siempre, tiene su tiempo de realizarse. Ya tú lo ves, Tite”.

“Ésa fue la vida que llevábamos, ésa fue la vida que nos arrancaron”, susurró.
La creadora del grupo Plenibom evoca el día que Tite la mandó a buscar para que se encontraran en la parada 15, en Santurce.

“Yo llegué y me dijo que me invitaba un café, se lo tomó, comió unos pastelillos y de allí lo llevé a la casa en Puerto Nuevo. Lo llevé hasta el portón y me quedé viéndolo hasta que llegó a la puerta, ésa fue la última vez que lo vi. Ese día me dijo: ´Mi hija me lleva para Maryland. Yo no me quiero ir, no dejes que me lleve´. Le dije que no podía hacer nada, no puedo alegar nada, porque la ley no me asiste”, dice en referencia a que no estaban casados legalmente.

Se enteró por teléfono
Norma se enteró de la muerte de su ex pareja cuando en la tarde del martes la llamó Isabel Pichardo, compañera de Tite en Radio Universidad, lo que describe como un momento confuso.

“Acababa de llegar de lavar la ropa, abría la puerta y me llaman… estaban confundidos porque me dicen: ´Usted está confirmando la muerte de don Tite´, yo pregunté: ´¿Cómo?´. Ahí ella se da cuenta y me dice que la perdone, que había una noticia de que Tite había muerto y que me iba a llamar luego, me llama después y me dice que está confirmado”, aclara.

Esa noche hubo un “velatorio” en su casa, al que asistieron amigos de la pareja.
“En cierta medida puedo decir que estoy contenta, porque Tite está descansando. Si estoy triste es porque no murió en Puerto Rico, tenía que estar cerca de su gente.

Yo no sé qué tan consciente él estaba, pero a lo mejor lo que necesitaba era que se acercaran al oído y le dijeran ´estoy aquí´. Dije: ´Vamos a hacer lo que él le gustaría, porque no nos lo hubiese perdonado´, saqué un vaso con caña, que a él le gustaba, y de ahí bebimos todos y pusimos música de La Lupe. Seguimos hablando hasta la 1:30 de la madrugada”, describe quien cuida su fortaleza espiritual, por lo que no pretende asistir a los servicios fúnebres del compositor.