A su retorno de Estados Unidos, José El Calvo no encontrará muebles en qué sentarse. Una orden de embargo le llevó desde la yipeta Lincoln, valorada en tres millones de pesos, hasta los cuchillos de la casa. El martes, a las 2:30 de la tarde, la residencia del merenguero típico fue invadida por la fuerza pública.
Según las explicaciones de la defensa del artista, un abogado obtuvo la orden judicial tras argumentar que la esposa del artista no saldó los honorarios que debía pagar si revocaba una solicitud de divorcio que había iniciado con él.
Nelson Cerda, abogado del músico, contó que el mes pasado la esposa de José El Calvo (María Teresa Francisco) apoderó a Kelvin Peralta Madera para que diligenciara una demanda de divorcio. Ella decidió revocarla cinco días después (se especula que la pareja superó el impasse).
Las explicaciones
A juicio de Cerda, Francisco presentó un desistimiento y pagaría las diligencias realizadas por Peralta Madera (emplazamiento de divorcio, doble factura de la mujer casada y oposición a la cuenta de banco), “pero él maliciosamente le puso una cláusula de que tenía que pagarle un millón de pesos si se devolvía el divorcio”.
María Teresa Francisco, originaria de la comunidad de Guananico, lleva 19 años casada con José El Calvo.
Residen en la avenida 27 de Febrero número 140 y actualmente se encuentran en Estados Unidos, donde él cumple una gira de 45 días. Robinson Cabrera, hijo de José El Calvo, expuso que a su padre “no lo embargan por deudas ni otras cosas, es por una demanda de divorcio que no existe”. Informó que se llevaron la yipeta Lincoln, muebles, televisores, neveras, radios y sillas.
Nelson Cerda comentó que María Teresa confesó que nunca le leyeron la claúsula en la que se plasmaba la obligatoriedad de pagar un millón de pesos al abogado si cambiaba su decisión.
Sus palabras
“Nosotros apelamos la decisión y quedaba suspendida de ejecución”, informó Cerda, quien añadió que “ellos obtuvieron una certificación emitida por la secretaria de la Corte Civil de Santiago”.
El defensor de José El Calvo estableció que el embargo no era ejecutable. Sobre los responsables del hecho dice: “Los movía un deseo arbitrario sobre una premisa ilegal e injusta. Es una acción típica de abogados temerarios cuyos actos se contraponen con el Codigo de Ética”.
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