El escultor cubano José Villa trabaja en los detalles finales de la estatua esculpida a tamaño natural, según dijo el director de la oficina local de monumentos, el arquitecto Irán Millán, a la prensa local.
Moré fue un tenor de amplio registro, que demostró un estilo singular, además de ser un compositor irrepetible y un director de orquesta poseedor de una intuición extraordinaria. Su imagen será esculpida y fundida en bronce, en posición andante y sin pedestal, semejando un transeúnte más en la esquina más céntrica de Cienfuegos. Portará su inseparable sombrero de ala ancha, su traje supertalla y el bastón con el que, a modo de batuta, solía dirigir a los músicos de su Banda Gigante.
Moré dedicó una de sus más populares composiciones musicales a Cienfuegos e incluso en la letra de esa melodía llegó a expresar que era la ciudad que más le gustaba.
Bartolomé Maximiliano Moré, el Benny, nació el 24 de agosto de 1919 en Santa Isabel de las Lajas, una localidad de la provincia de Cienfuegos, donde cada dos años se celebra un Festival Internacional de la Música Popular que lleva su nombre.
Aunque nunca pudo estudiar música, aprendió a tocar con un amigo el tres, un instrumento familia de la guitarra, pero de sólo tres cuerdas, típico de las zonas rurales de Cuba. Ello no impidió que llegara a dirigir su propia orquesta, creada con una estructura similar a las orquestas de jazz norteamericanas con la que recorrió Puerto Rico, Colombia, Venezuela y México, donde obtuvo sus primeros triunfos internacionales. Dotado de un original estilo, una voz privilegiada y una concepción particular del ritmo, Moré fue capaz de cantar ejemplarmente un bolero, un mambo, un cha-cha-chá o el más auténtico son cubano.
ALMA MÍA, te quedarás, Dolor y perdón y Hoy como ayer integran una larga lista de las canciones a las que imprimió su sello y no muchos artistas se atreven hoy a interpretar.
José Villa es el autor de varias estatuas de personajes muy conocidos en Cuba, entre ellas, la del desaparecido ex beatle John Lennon, quien permanece sentado como un visitante habitual de un parque habanero. En el famoso bar El Floridita, aparece recostada en la barra la efigie del novelista estadounidense Ernest Hemingway, quien acostumbraba a visitar ese lugar en sus estancias en Cuba.
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