Aunque se comenta que el tiempo dedicado a su tratamiento contra la dependencia de la heroína es insuficiente, el salsero asegura que ha podido neutralizar su adicción y que ha podido sanar varias heridas emocionales que se remontan a su niñez.
Durante la entrevista, el artista -que ha rebajado la enorme barriga que exhibió en el tributo a Marvin Santiago- articuló con claridad y coherencia sus pensamientos y respondió con aplomo a las preguntas de El Nuevo Día.
De inmediato aclaró que no estuvo recluido en una clínica de Cuba, aunque fuentes confiables aseguran que sí.
“A nadie se lo he dicho. Muchos han especulado, pero donde me encontraba es uno de los mejores lugares del mundo en cuanto a rehabilitación y tomé la decisión de irme a ese lugar porque mis nueve años limpio no fueron una pérdida, sino una ganancia. Yo sabía que era cuestión de tiempo. Fue un proceso de mucho tiempo para mí, en terapias, de aprendizaje y reflexión”, dijo el sonero conocido como “El más que canta”, que arribó a la entrevista acompañado por su esposa Sonia y su relacionista público Noelia Rodríguez.
Sin embargo, las interrogantes en torno a la institución donde estuvo hospitalizado las responderá en su autobiografía El poder de la esperanza, que actualmente escribe y espera distribuir en diciembre.
“QUIERO QUE las personas se enteren de muchos más detalles luego. Es una novela testimonial, más que nada”.
En el libro revelará información relacionada sobre los vacíos de su niñez y adolescencia, sus complejos, miedos y cómo pudo encontrarse a sí mismo durante los meses en que estuvo bajo tratamiento.
“Lo más que abundaba en el programa eran las terapias para bregar en el área emocional. Me desahogué, hablé de cosas de las que no había hablado con nadie nunca en mi vida. Cosas que muchas veces uno las consideraba insignificantes y que me hacían daño como ser humano.”
A la institución no ingresó el Domingo Quiñones que prácticamente tuvo que romper en frío al someterse a su primer tratamiento antidrogas diez años atrás.
“Todas las recaídas son difíciles de aceptar. Surgen el sentido de culpabilidad, el resentimiento, el miedo al qué dirán, de decepcionar a la gente y todo eso. Los nueve años en que estuve fuera de consumo fue diferente a lo que me sucedió ahora. El proceso fue más llevadero y tenía más conciencia de saber que tenía que aprovechar cada segundo de mi vida.”
Su fe en Dios fue fundamental en su proceso de recuperación. En su habitación casi todas las noches se celebraban cultos y vigilias de oración.
“No me olvidé de que había entregado mi vida al Señor hace años. Eso fue lo principal. Yo llegué a los pies del Señor y bregué con cosas que sabía que Dios podía obrar en mi vida si yo estaba dispuesto.”
Domingo, quien hoy a las 8:00 p.m. estrenará sus nuevas canciones en un concierto para el pueblo que es posible gracias al auspicio del Municipio de San Juan y de la Cerveza Presidente, no considera que le perjudique regresar al mismo ambiente y a las mismas circunstancias de vida.
“El ambiente nunca me ha conducido a consumir drogas. Desde que me quité la primera vez, en el ambiente es donde menos he hecho cosas en mi vida. Siempre buscaba lugares desvinculados a la música. Yo caí por no atender a tiempo una problemática mental que cargaba día a día, por temor, culpabilidad. Fui a lo más profundo de mi experiencia y encontré que era una mente de niño en un cuerpo de hombre. Fui tan ignorante y me dejé dominar por apetencias, deseos y pensamientos enfermizos.”
PARA DOMINGO , el verdadero rehabilitado es el que también neutraliza su adicción por el cigarrillo, el licor y los calmantes.
“He visto muchos casos, pero no me puedo comparar con ninguno de ellos porque soy mi propia persona. Pero he visto personas que han estado en programas por más tiempo que yo, dejan las drogas, pero fuman y beben. Yo no creo que eso sea una limpieza y una rehabilitación. La verdadera rehabilitación es cuando lo dejas todo, incluyendo las pastillas. Yo dejé el lugar, pero sigo con mi sicóloga, mi pastor y buscando ayuda de otros profesionales. Pero por el resto de mi vida seguiré buscando ayuda. Creo que voy a morir con las botas puestas, porque nunca dejé de pelear. Yo no estaba escocotado cuando la gente lo decía, sino cuando yo lo admití.”
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