Reverdece la salsa romántica en Puerto Rico

Tota

CONOCÍ A Teresa al inicio del concierto “Recordando la salsa romántica”, escenificado el viernes en el Anfiteatro Tito Puente. Llegó sola, como decenas de mujeres jóvenes, que durante casi tres horas tararearon las canciones popularizadas, diez y quince años atrás, por Johnny Rivera, Luis Enrique, Lalo Rodríguez y Eddie Santiago.
La actuación del cantante nicaragüense Luis Enrique resultó la más completa e impactante de la velada.

Teresa se sabía las letras de “Necesito una amiga”, “Cuando parará la lluvia”, “Por eso está conmigo”, “Desesperado”, “Tú no le amas, le temes”, “Lo que pasó, pasó” y otros éxitos.

Cuando los cantantes dejaban de cantar para escuchar a la concurrencia, extraoficialmente estimada en cinco mil salseros, Teresa se unía al coro de voces que confirmó que el paso de Johnny, Luis, Lalo y Eddie por el pentagrama salsero no fue en vano.

Hasta tiró sus pasitos y movió sus caderas cada vez que el director musical Angelo Torres liberaba en los mambos a la artillería de metales de su poderosa, afincada e impecable orquesta, compuesta por Luis Aquino, Piro Rodríguez, Angie Machado, Cuto Soto y otros respetados instrumentistas.

Teresa, una joven profesional, es una de las mil razones por las cuales la salsa romántica podría recuperar su terreno perdido. Le favorece el hecho de que SalSoul, la emisora de mayor sintonía del país, haya volcado su programación musical a los éxitos salseros de los 80 y 90. Y, sobre todo, que la generación de artistas surgidos en los 60 y 70 esté prácticamente desapareciendo.

Como escasean los nuevos talentos, cuando Willie Rosario y Rafael Ithier se retiren, los salseros cosméticos de los 80 reverdecerán laureles porque, después de todo, son parte de la historia.

Conforme al gusto con que el público, en su mayor parte femenino, cantó y bailó, no hay duda de que la salsa romántica es una opción rentable para los productores que intentan sobrellevar la crisis en la industria musical con conceptos diferentes.

Hasta las propios artistas se sorprendieron con la calurosa respuesta de su público. Johnny Rivera abrió el concierto, respaldado por la combinación de trombones que utilizó en sus primeros discos con RMM.

“Hace cuatro años que no cantaba en un concierto como éste y me siento contento por su respaldo”, dijo el ex cantante del Conjunto Clásico antes de entonar “Se parecía tanto a ti”, dedicada a los padres.

La actuación de Luis Enrique resultó la más completa e impactante de la velada. Teresa, quien pagó $28 por su boleto, suspiraba y gritaba mientras el Príncipe de la Salsa interpretaba “Desesperado”, “Mi mundo” y “San Juan sin ti”. Pero el viernes mi nueva amiga salsera también pudo descubrir que la aportación de Luis al género fue significativa al exitosamente trascender las letras románticas con las interpretaciones “Así es la vida” y “Date un chance”, discursos contra la desigualdad social y la drogadicción esgrimidos con credibilidad.

Lalo Rodríguez, el cantante del registro más impresionante en la historia de la música afrocaribeña y el artífice de la penetración de la salsa sensual en Europa, tuvo una noche bastante discreta que afortunadamente su amigo Jerry Rivera libró de un desastre. Lalo subió enfermo al escenario y cantó ronco, desluciendo en cortes como “Tú ni te piensas”, “Las mujeres” y un medley de los boleros “Deseo salvaje”, “Desilución” y “No te importa”, salvados por Jerry.

Cuando cantaba cayó un aguacero y Teresa corrió para no mojarse. No la volví a ver, pero de seguro debe haber disfrutado presenciando a Eddie Santiago, cuyo primer concierto masivo en más de diez años en Puerto Rico lo escenificó el viernes en el Anfiteatro Tito Puente, entonando -sin mucha brillantez y fuerza pero con una tesitura agradable al oído- los éxitos “Tú me haces falta”, “Antídoto y veneno”, “Que locura enamorarme de ti”, “Todo empezó” y “Lluvia”, tarareados por la concurrencia.