Carlos Santana inicial su gira mundial

Tota

El músico latino más influyente del rock, el guitarrista Carlos Santana, abrió el viernes último su gira mundial “Embrace The Light” con un espectáculo de dos horas y media ante un Coliseo de Puerto Rico que se vivió su mezcla musical de rock, blues, y ritmos africanos.

Según su itinerario oficial, es la octava presentación de Santana en la Isla desde 1971 y a lo largo de esos años los boricuas lo han visto desde en canchas de baloncesto hasta en el recién inaugurado “Choliseo”, donde hubo un lleno casi total con gente de todos los niveles. Hasta el Gobernador se lo disfrutó.

Aunque Santana sigue estando cerca de la fuente del fuego musical que prendió una hoguera cuando debutó en 1969, la fama mundial que obtuvo con su disco “Supernatural” en 1999 lo ha dejado con un sonido en vivo más procesado y hasta un poco artificial. A esto no han abonado los cambios en su banda.

La adición de una sección de vientos fue un acierto pero los sustitutos del conguero Raúl Rekow y el vocalista Alex Ligertwood dejaron mucho que desear. Santana también unió al grupo a su hijo Salvador, en teclados.

Con eso por delante, el concierto del viernes fue un gran espectáculo que tuvo el favor del público desde el principio a pesar de un sistema de luces que no fue lo mejor y de una tarima desnuda.

Santana ofreció 17 canciones en versiones alteradas para acomodar las improvisaciones instrumentales que siempre marcan sus conciertos.

La primera de muchas ovaciones se registró cuando abrió con “Jingo”, una joyita original del africano Babatunde Olatunji que está en el repertorio de Santana desde 1969. Luego presentó cuatro cortes de “Supernatural” y su secuela, “Shaman”. De éstos el más logrado fue “Maria Maria”, la que dedicó “a las mujeres, hermanas, tías, primas” y la que precedió con una interpretación exquisita del “Concierto de Aranjuez” en guitarra acústica.

Esa introducción es uno de los placeres que mantiene a los amantes de la música con el oído alerta durante sus conciertos.

Por ejemplo, en “Samba pa’ ti” tocó un poco de “El manisero”. Más cerca del cierre, durante el solo de trompeta en “Smooth”, Bill Ortiz le metió un poco del boricua “Si no me dan de beber lloro” y, al final, cerró con el clásico de jazz de John Coltrane, “A Love Supreme”, una meditación sobre Dios, mezclada con la canción de Willie Bobo, “Evil Ways”, una meditación sobre las “maldades” de las mujeres para con los hombres.

Así es Santana, siempre consciente de las debilidades de la carne, pero siempre aspirando a lo divino.

En su característico sermón espiritual, que otras veces ha sido sobre los ángeles, Santana aprovechó la sutil “Make Somebody Happy” para exhortarnos a que todos los días saquemos 15 minutos para apreciar la belleza de lo que nos rodea y también a que vivamos sin culpa ni vergüenza. Al final nos invitó a cambiar el mundo con nuestros actos individuales porque “Bush no puede hacerlo, la religión no puede hacerlo”.

La mezcla de piezas nuevas y viejas continuó hasta el final cuando, sin molestarse con hacer la trillada salida del escenario para volver a entrar, desató como golpe de gracia la “Black Magic Woman” original de Fleetwood Mac para seguirla con “Oye como va”, de Tito Puente, “Smooth”, “Corazón espinado”, “Evil Ways” y “A Love Supreme”.