Carlos Vives cruza fronteras con el “rock de su pueblo”

Tota

El cantautor colombiano Carlos Vives regaló tierra, gente y folclor en su recital “El rock de mi pueblo”, con el que potenció el vallenato y rindió tributo a la sangre caribeña.

La noche del sábado en el Coliseo de Puerto Rico fue una llena de música típica colombiana. El vallenato tuvo un reencuentro con los hijos que partieron hace algún tiempo de su tierra para instalarse en suelo puertorriqueño. Pero también abrazó a sus hermanos boricuas que consiguieron pisar simbólicamente la tierra en donde surgieron estos ritmos, conocer a la gente que la habita y gozar de su folclor.

“Nuestros hermanos de Puerto Rico ya se están dando cuenta que esta música también les pertenece porque este sonido de nuestra tierra es el que nos ha hecho gente de gran corazón al igual que ustedes”, dijo en una de sus intervenciones.

Carlos Vives y su grupo de músicos La Provincia demostraron que el “rock de su pueblo” es aquel que puede cruzar fronteras sin perder su pureza y resultar tan exitoso como cualquier género comercial.

Los hermosos sonidos del acordeón, la caja africana, la guacharaca indígena, la gaita y la güira o “guacharacha” –como le llaman en Colombia– se fusionaron con los del teclado, la guitarra eléctrica, la batería y el bajo para brindar un hechizante espectáculo que merecía una sala llena.

Y aunque no logró un concierto “lleno total” el vocalista no se amilanó. Entregó su alma en el escenario.

Inició juntando los temas “El rock de mi pueblo” y “Maleta de sueños”, ambos de su reciente álbum “El rock de mi pueblo”.

En la transición de una canción a otra, aún con música de fondo, exclamó: “Buenas noches Puerto Rico. Buenas noches San Juan y pueblos aledaños. Bienvenidos al ‘Choliseo’. ¡Encabulla y vuelve y tira!”.

Por estas expresiones para recordar al fenecido comediante José Miguel Agrelot “Don Cholito”, a quien le unían grandes lazos de amistad, el público le ofreció una ovación.

Antes de seguir, presentó al otro protagonista del espectáculo: el acordeonista Egidio Cuadrado, quien no necesitaba cantar, pues su instrumento parecía transmitir fielmente sus emociones.

Frente a una casona de madera con techo de zinc que sirvió de fondo a un escenario sencillo, el cantante siguió con los temas “La maravilla” y “La fuerza del amor”, también de su nueva propuesta musical.

Por el escenario recorrieron, además, temas de trayectoria como “El amor de mi tierra”, de su disco homónimo de 1999. De este material también presentó “Fruta fresca”.

El trabajo “Déjame entrar” (2001) lo trajo a escena con la canción del mismo nombre, más “Quiero verte sonreír”, “Carito”, “La gota fría” y “Décimas del parecido”.

Hijo adoptivo de Puerto Rico

Los fuertes vínculos de Carlos Vives con Puerto Rico se deben a sus hijos Enrique (13) y Lucía (9), a quienes procreó con su ex esposa mayagüezana Herlinda Gómez.

Así es como los elementos isleños no podían estar ausentes. Antonio Cabán Vale “El Topo” entró a escena para inyectar con música jíbara el espectáculo, junto con los ritmos de la agrupación Plenéalo.

Cantaron “Rosa” y “Tierra del olvido”, del disco del mismo nombre (2000).

El colombiano concluyó con “Pa’ Mayte”, “Voy a olvidarme de mí” y “Como tú”, la que inició al estilo dance.

Tras vítores de su público regresó para dedicarles un tema a su hija Lucía y a su sobrina Angélica. Cerró con “La tierra del olvido” en la que mostró imágenes de su pueblo natal Santa Marta.