Clásicos del bolero salsero en voz de Ismael Miranda

Tota

En el Salón Real del Condado Plaza sólo faltó una pista para bailar los boleros de Ismael Miranda en una loseta, como en los tiempos de los bailes de marquesina.

“Intimo”, el recital que escenificó el viernes y el sábado, producido por Gilberto Santa Rosa, marcó un agradable precedente en la carrera de cuatro décadas del Niño Bonito de la Fania al ser el primer concierto que presenta de los boleros más exitosos de su repertorio, desde su etapa final con la Orquesta Harlow, su debut con La Revelación y sus posteriores entregas como solista.

Durante dos horas, Ismael demostró que su aportación a la época del bolero salsero, cuyo antecedente se encuentra en la bolerística de Joe Valle, Tito Rodríguez, Gilberto Monroig y Felipe Pirela, es muy valiosa y selecta.

No había cumplido 20 años cuando, como cantante estelar de la Orquesta Harlow, tuvo que someterle al bolero junto a la guajira, el guaguancó y el son montuno.

En esa época había que cantar de todo e Ismael fue influenciado, directa e indirectamente, por Cheo Feliciano, Santitos Colón, La Lupe, Vitín Avilés, Chivirico Dávila y otros grandes boleristas de la salsa.

El viernes, con perfecta afinación, un vibrato poderoso y un fraseo muy sentimental, Ismael y la banda del trompetista Rolando Alejandro, reforzada con el pianista Domingo García, el percusionista Tito de Gracia y el bajista Pedro Pérez, desempolvaron la música y las letras de Sálvame, La puerta está abierta, La mitad, Las cuarenta y otras melodías interpretadas a la medida de los arreglos originales.

Las cuarenta, originalmente un tango, resultó una de las interpretaciones más impactantes de la velada.

Dramática, avasalladora y estremecedora por demás, como sus entregas de Sálvame, Puerto abandonado, Confidencia, Tú me abandonaste y Todo de mí, entre otras de un nostálgico recorrido por las intrigas del despecho y el desamor, como se aprecia en la cosecha bolerística cultivada entre el disco Oportunidad de 1972 y el álbum The Master de 1983.

Algunos nos quedamos esperando el clásico Nervios de acero de Tite Curet, pero ya casi al final explicó que no la pudo incluir por las restricciones de ACEMLA.

El viernes Ismael limitó su recital a los boleros de sus discos con Fania, parte de cuyas letras tuvo que leer. Recordó a su compadre Santitos Colón con el medley de Niña y Horas y minutos.

Y no olvidó la época de las velloneras, con sus logradas versiones de El cuartito, Mi niña bonita y La cama vacía, cuyo arreglo para el lp En fa menor culmina con un solo de guitarra eléctrica de Jorge Santana.

El viernes lo sustituyó por un tumba’o sobre el cual soneó e improvisó con su maña y veteranía, como hizo al despedirse con el guaguancó María Luisa.

En fin, “Intimo” fue un gran concierto, presenciado casi a casa llena por un público adulto y por artistas como Chucho Avellanet, Cheo Feliciano, Danny Rivera y Alexandra Malagón.

Dos horas de recuerdos, anécdotas y los clásicos del bolero salsero inmortalizados por Ismael Miranda.