Instituto Cervantes de Nueva York se contagió de guaracha

Tota

— El irreverente y contagioso ritmo cubano de la guaracha fue el protagonista de una velada en el Instituto Cervantes, de Nueva York, donde ha comenzado un ciclo de conciertos y charlas sobre la música latina.

Este ciclo, promovido por la institución española y por el músico Paquito D’Rivera, se inició con la conferencia del periodista y productor cubano Armando López, y la actuación de las legendarias Hermanas Márquez, que en los años 40 revolucionaron La Habana con sus guarachas y trabalenguas.

Las Márquez debutaron como trío en 1933, y en 1951 se radicaron en Nueva York, donde se presentaron junto a las más famosas orquestas de la época, hasta que se retiraron en 1960.

Después de 40 años alejadas de los escenarios, el saxofonista Paquito D’Rivera las “rescató” y grabó con ellas Paquito de D’Rivera presenta a las Hermanas Márquez, nominado como Mejor Album Tropical en la pasada edición de los Grammy.

Sesenta años después de su debut, las octogenarias Márquez —Nersi y Trini— siguen causando el mismo furor con su inimitable estilo de interpretar jocosas y pícaras guarachas, que como señaló López, “más que un ritmo, es una trompetilla musical liberadora e irreverente, cronista urbana que no respeta altares ni jerarquías, que invita a gozar la vida a toque de tambor y carcajadas”.

López, que ilustró sus palabras con extractos de películas, hizo un recuento de la historia de la guaracha, de sus más conocidos intérpretes y cómo este ritmo protagonista sigue siendo parte de la vida de los cubanos.

La guaracha fue música “proscrita por gente decente”, que inevitablemente luego sucumbió ante su contagioso ritmo, señaló López, quien recordó en su amena y divertida charla que el teatro La Alhambra en La Habana fue el hogar de excitantes noches de guaracha durante el periodo de 1900 a 1934.

“Los machos habaneros obtenían la consideración de adultos al asistir con pantalones largos a las excitantes noches de La Habana. Algunas mujeres se disfrazaban con gabán y bigotes para disfrutar de la sensualidad y el ritmo contagioso y la crítica burlona de la guaracha”, indicó el conferenciante.

“El Alhambra se derrumbó en 1935, pero la guaracha perdura” y es el más antiguo de los géneros cubanos vigentes, indicó López.

Según López, el vulgo cantaba y bailaba guarachas desde el Siglo XVIII, cuando su estructura de copla proclamaba sus raíces españolas, y sustituyó a las “jácaras”, canciones picarescas que se cantaban en burdeles y en las tabernas del puerto de La Habana.

Las primeras guarachas no se publicaron por su lenguaje “rufianesco” aunque, como todo lo prohibido, se hicieron muy populares de boca en boca.

Cuando el son llegó a La Habana al fin del Siglo 19, la guaracha ya había entrado subrepticiamente en los hogares. Pero, sucedió lo inevitable: la guaracha se abrió a la cadencia negra del son oriental.

Con un ritmo trepidante y unos textos satíricos y sensuales, la guaracha se erigió durante el advenimiento de la república y sus primeras décadas en portavoz del espíritu humorístico de los cubanos, y no hubo acontecimiento que no se hubiera cantado con este son.

Nersa y Trini subieron al escenario junto a Lourdes López, para presentar al público sus conocidas canciones, como la jocosa Adiós compay gato y la pícara Negro de sociedad.

Otros temas que hicieron reír y hasta mover el cuerpo fueron A toda Cuba le gusta, Harina y quimbombó, Yo no sé nada, La tartamuda y Parampampam.

La serie de charlas y conciertos denominadas Paquito D’Rivera-Instituto Cervantes continuarán con “El lied caribeño, la canción de arte en Cuba, Latinoamérica y España” con la soprano Brenda Feliciano y el pianista Pablo Zinger.