Guerra afirmó durante una rueda de prensa en Nueva York, donde cantará el 28 de mayo tras dos años de ausencia, que el premio a su más reciente trabajo es el más importante en su carrera de 20 años en la música.
Guerra, que en la década de 1990 logró su internacionalización con Ojalá que llueva café, inició el año pasado una gira para conmemorar su vigésimo aniversario en los escenarios.
La gira le llevó a Curazao, Aruba, Panamá, Ecuador y Colombia, entre otros países, y ahora toca el turno a EU, con su primera parada en Nueva York, donde reside la comunidad dominicana más grande fuera de su país.
Tras recalar en el Madison Square Garden neoyorquino, continuará la gira en Miami, Chicago, Washington, Orlando y culminará en Boston el 26 de junio.
En julio, continuará en siete ciudades de España, entre éstas Madrid, Barcelona, Sevilla y Tenerife, además de Dinamarca, Holanda y la ciudad de Milán y antes de que culmine el año, en su país, para lo cual aún no hay fechas.
“Yo sabía que se iban a levantar voces que no iban a estar de acuerdo [con el disco], pero, o somos soldados o no somos. A los soldados los mandan, y a mí me mandaron a hacerlo. Sabía que el Señor lo iba a respaldar”, dijo el intérprete de Las avispas, el primer tema en promoción y que de inmediato se convirtió en éxito.
“Tanto es así, que hace dos semanas fue elegido el disco tropical del año” agregó. “Las avispas ha sido quizás el merengue que más se ha mantenido en la lista de Billboard, unas 14 semanas, ni siquiera La bilirrubina”, comentó al referirse a otro de sus grandes éxitos.
Guerra, convertido al cristianismo, reiteró que es un ser feliz y realizado porque encontró a Dios, en su búsqueda de paz para su corazón y recomendó la Biblia como el mejor libro para leer, porque ahí hay salvación y poesía.
“Tenía éxito, fortuna y todo lo que el mundo puede dar, pero no paz. Tenía ansiedad, tenía que tomar píldoras para dormir, no podía estar tranquilo en ningún sitio”, recordó el cantautor, siempre vestido de negro, con barba y su inseparable gorra.
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