Así, familiares, amigos y seguidores del percusionista puertorriqueño Ray Barretto, participaron de una emotiva misa por su eterno descanso en la Catedral San Juan Bautista del Viejo San Juan.
La viuda Annette Rivera, en tanto, parecía encontrada con sus emociones. Lucía, por momentos, impresionada por las muestras de afecto del pueblo, y en otros, su temple se quebraba. Se apoyaba, entonces, en el hombro de su hijo, Chris Barretto.
“Cada persona tiene en su vida una misión que cumplir… siempre vimos que nació para la música. Descubrimos que disfrutó la música. Sabemos que dio todo por esa expresión tan espiritual, tan hermosa”, expresó el padre José Emilio Cumming, quien ofició la misa.
Sobre el féretro descansaba un arreglo de flores rojas y blancas, mientras el cuarteto Portacoeli (compuesto por David Betancourt, Zeida García, Jan Carlo Faría y José Bobren) interpretaban temas patrióticos como “Verde luz” y “Soñando con Puerto Rico”.
El tenor Carlos Aponte, del Conservatorio de Música, vocalizó además el “Ave María”.
“Todo lo que tengo que decir es que yo amo a mi padre, era un buen hombre. Les agradezco todo esto… él seguirá siendo mi inspiración”, dijo Chris en inglés mientras su progenitora permanecía callada a su lado.
El director de orquesta Tommy Olivencia y su esposa Paquita, el locutor Néstor Galán (“El Búho Loco”) y el timbalero Jimmy Delgado asistieron a la ceremonia religiosa en honor al músico, fallecido el viernes 17 de febrero a causa de complicaciones cardíacas y renales.
“Como lo han recibido aquí en Puerto Rico, no hay ninguna comparación. Él vivió siempre en Nueva York, y para mí los medios de televisión y radio no hicieron lo que tenían que hacer pa’ ese hombre que estuvo más de 50 años llevando el nombre de Puerto Rico al mundo entero. Me duele mucho que en Nueva York no le dieron lo que él merecía”, comentó Delgado, residente de la Gran Manzana y quien conoció a Barretto a sus 17 años.
Antes de que el ataúd fuese transportado al Arsenal La Puntilla para un tributo musical, uno de sus discípulos, Ismael Rosario, entonó con su trompeta la canción “En mi viejo San Juan”.
El público se despidió de Barretto cantando el himno nacional y con la popular expresión “¡Que viva la música!”.
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