Enloquecedor Ricky Martin en Puerto Rico

Tota

AL son de la plena boricua inició la nueva gira de conciertos de Ricky Martin, “Blanco y negro”, en la que el cantante volvió a dar muestra de su madurez escénica en un espectáculo que afianzó sus influencias musicales sin dejar de explotar su pícara sensualidad.

Su más reciente éxito “Pégate”, introducido por unos sonidos árabes, abrió el primero de sus cuatro conciertos en el Coliseo de Puerto Rico, que el viernes, tuvo un lleno total con una audiencia de cerca de 14 mil personas, entre ellas Luisito Vigoreaux, Domingo Quiñones, Félix “Tito” Trinidad, Antonio Sánchez “El Gángster”, Ángel “Cucco” Peña y Miss Puerto Rico Universe 2007, Wilma Blasini.

Tras un vídeo en el que se observó a un Ricky Martin bajo el agua, éste se presentó ante sus coterráneos sobre una enorme plataforma circular que se elevó en medio del moderno escenario, mientras su entorno parecía incendiarse con imágenes de llamas, a las que se sumó un cuerpo de ocho bailarines, dos de ellos tocando unos tambores gigantes.

Sin duda, “Pégate” fue una buena selección para comenzar a prender la noche, pero tratándose de Puerto Rico, hizo falta una participación en vivo de un grupo de pleneros, como ocurrió en la grabación de su primer acústico, “Ricky Martin MTV Unplugged”.

Vestido en tonos marrones y luciendo unos collares, el artista siguió calentando el ambiente con “This Is Good” en medio de una lluvia de imágenes. El cantante y sus bailarines, al unísono, ejecutaban las bien montadas coreografías sobre dos pasarelas movibles que se extendían hacia el frente de la tarima.

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Los recursos visuales y la iluminación, como había adelantado el vocalista, tomaron gran importancia dentro del show, al complementar cada una de las interpretaciones con perfecta sincronía. Destacó un enorme panel de proyección de luces, en forma semicircular, que en distintos momentos se dispensaba sobre el escenario.

“Jaleo”, con unos arreglos de ritmos sur asiáticos y la participación de una bailarina tailandesa, motivó el segundo de los cerca de ocho cambios de vestuario que tuvo Ricky Martin en la noche, que se extendió por poco más de hora y media, dejando al público con ganas de más.

Ya más liviano y dejando al descubierto sus bien formados y tatuados brazos, se lució con sus acostumbrados movimientos del arte marcial brasileño, capoeira, para seguido tocar las congas.

“I Don’t Care” mezclado con “María” sellaron la primera parte del show, que siguió con una sesión acústica.

Antes de entonar “Vuelve”, el intérprete se dirigió por vez primera a la eufórica multitud.

“Buenas noches… ésta es mi casa, éste es mi hogar. Aquí está mi gente”, expresó antes de confesar que ha tenido un año maravilloso en el que ha empezado a consentirse.

Invitando a la audiencia a montarse en su bote, continuó con “Gracias por pensar en mí”, “Fuego contra fuego”, y por último, “Y todo queda en nada”, interpretaciones que le permitieron mostrar su evolución.

Así prosiguió la sección rockera. Pero antes se vio el cuerpo desnudo del cantante, sobre el que se formaban distintos tatuajes con mensajes tales como “Perdona”, “Vivir es nacer poco a poco” y “Conócete a ti mismo”.

De inmediato las guitarras eléctricas tomaron su lugar y el público volvía a ponerse de pie para dar paso a la “Revolución”, que Ricky cantó y bailó al estilo de los 80, con camisa y pantalón de tirantes negros, corbata blanca y gafas oscuras.

“It’s Alright” y “Livin’ la vida loca” terminaron esta etapa, en la que el astro del pop hizo sufrir a las féminas con sus coqueteos escénicos.

El vocalista, que se vio feliz sobre el escenario, bajó la intensidad para manifestar su agradecimiento por su carrera, su vida, sus amigos, a la vez que admitía estar en un camino de cambios para ser un mejor ser humano.

Unos visuales con las miradas inocentes, tristes y de esperanza de niños y niñas marcados por la pobreza y la guerra antecedieron a “Somos la semilla”, “I’m Made” y “Asignatura pendiente”, que esta vez “adornó” elevando el dedo del corazón en la mención del nombre del presidente de Estados Unidos, George W. Bush. También se le olvidó, sólo por un momento, la letra.

Los éxitos “Drop It On Me”, “Lola”, “La bomba” y una festiva interpretación de “La copa de la vida” parecían cerrar otra velada de energía rítmica, talento y sensualidad.

Ricky Martin reapareció entonces en escena para vocalizar “Tal vez” y su esperado éxito “Tu recuerdo”.

La rica unión del cuatro puertorriqueño, en manos del joven músico Christian Nieves, con las voces de La Mari, del grupo Chambao y Ricky Martin sellaron, en blanco y negro, otra vibrante noche, aunque el público se mostró inconforme al pedir más y no ser complacido.