Machito entre el blues y el son

Tota

De La guantanamera, una de las canciones cubanas más conocidas, se dice que existen más de 300 versiones. Le ha dado la vuelta al mundo desde que Pete Seeger la hizo famosa a principios de la década de los años 60, y curiosamente una de sus mejores versiones, en un estilo entre funk y pop, se puede escuchar en Miami, interpretada por Carlos ”Machito” Prieto.

Machito se presenta cada noche de miércoles en el Red Bar de la avenida 52 del SW y la calle 10, y los jueves, viernes y sábados en el restaurante Portobello, en la 2841 de la Coral Way.

Sus presentaciones tienen el especial atractivo de que sorprende todo el tiempo cruzando la línea de un género a otro, a veces dentro de una misma interpretación. El cantante logra asombrosas ejecuciones que van desde el latin jazz, el punk y el folk rock, hasta la trova tradicional cubana.

Algunos definen su música como ecléctica, pero él prefiere decir que lo que hace es un blues-son. “Es lo que me gusta. Cualquier cosa que me ponga a componer, el resultado siempre es éste”.

Aunque ha vivido la mayor parte de su vida fuera de Cuba, afirma ser ”guajiro por naturaleza”, y su música –dice– es el resultado de un peregrinaje que comenzó cuando dejó la colonia de la central Punta Alegre, en Camagüey, a los 13 años. De allí emigró con sus padres y ha vivido la mayor parte de su vida entre Madrid, Barcelona, San Felipe de Yaracuy, Caracas y Miami.

”En el barrio Llega y Pon, de Morón, aprendí a tocar rumba de cajón, y en Europa recibí la influencia del blues a través de la música anglosajona. Allí trabajé en muchas cosas y me relacioné con muchos músicos famosos”, explica.

En el Red Bar, donde el ambiente es más intenso y bullicioso, se hace acompañar del pianista Papo Delgado y la percusionista Janet Moreno. Machito, Papo y Janet improvisan y descargan desde las 11 de la noche, y alternan hasta las 3 de la madrugada con música de Disc J. En el Portobello, en cambio, predomina un ambiente más íntimo y reposado, con un menú de recetas italianas y mediterráneas.

Machito asegura que gusta de cualquiera de los dos escenarios para interpretar su música, alrededor de la que se crea todo un ambiente: “Siempre es la interacción con la gente que va a verme lo que me hace sentir que estoy tocando. A veces algún músico amigo que está en el público, y que conoce mis canciones, sube y se me une a la descarga”.

Aunque ha grabado dos discos –El niño caballero en Venezuela y Comentarios en Miami– lo que más le gusta es una larga sesión en vivo. “Incluso, cuando compongo, me imagino que hay alguien escuchándome, y eso es lo que más me motiva. En la improvisación está parte de lo que me inspira, el resto es ese instinto muy espiritual en el que confío ciegamente”.

Ya sea en el bullicio del Red Bar o en la tranquilidad del Portobello, quienes ya lo conocen le piden cada noche Hoy abriré mi corazón, una pieza a la que Machito, más que una canción, define como “un mensaje de amor que convertí en una hermosa balada, sólo que se la he dedicado a alguien que no me acaba de comprender”.•