Richie Ray y Bobby Cruz ofrecieron gran homenaje a Puerto Rico

Tota

Con su “sonido bestial” y “diferente”, Richie Ray y Bobby Cruz complacieron el sábado con un extenso concierto en el que recorrieron sus 45 años de trayectoria, entre piezas salseras, boleros y temas cristianos.

Y aunque se trataba de, supuestamente, su último concierto a gran escala, los músicos prefirieron rendirle tributo al país en lugar de a ellos mismos, mediante el espectáculo “Mi bandera”, que se escenificó casi a casa llena en el Coliseo de Puerto Rico, en Hato Rey.

“Celebramos 45 años de carrera como ustedes saben, pero quisimos devolverle algo a nuestra Isla. Gracias por estos 45 años de apoyo y a la prensa por siempre escribir bonito sobre nosotros. Esto no es un homenaje a Richie Ray y Bobby Cruz, sino a Puerto Rico”, expresó el vocalista Bobby Cruz poco después de las 9:15 de la noche, hora en que dio inicio el vistoso espectáculo que tuvo como invitados a Miki Vimari, Lunna, Quique Domenech, Roberto Roena y Gilberto Santa Rosa.

Tras una introducción musical a cargo de la orquesta dirigida por Luis García y la presentación en pantallas gigantes de visuales de la trayectoria de los intérpretes, sonó el tema “Mi mayoral” en la voz de Bobby Cruz, con la usual compañía de Richie Ray en el piano, comenzando a calentar los motores de muchos que, aún después de la medianoche, bailaban incansables en la parte trasera del área de arena.

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De acuerdo con el concepto del concierto, banderas de Puerto Rico fueron colocadas de modo gratuito en los asientos, provocando que los fanáticos las ondearan a lo largo de las más de tres horas de entrega sonora, provocando en muchos un delirante sentimiento patriótico.

Tras presentar melodías como “Guaguancó”, “Ya ni te acuerdas” y “La timba”, Bobby Cruz bromeó acerca de su edad.

“Nunca dijimos que nos vamos a retirar, sólo que éste será el último magno concierto porque yo tengo 70 años. ¡No me veo mal para 70 años! Es la nueva vida en Cristo. No planeamos celebrar los 50 años (de carrera, cuando él ya tendría 75), porque este concierto de 28 temas para un viejo como yo es casi un sacrilegio”, dijo ante las risas de la audiencia.

Luego de “Señora” y “Chiviriquitón”, apareció en escena la cantante Miki Vimari, quien se juntó con Bobby Cruz durante las melodías “La cosita” y “Cuando me digas sí”, tema que representó la primera ovación de pie de la velada.

Poco después, vino “Juan en la ciudad”, que encendió por completo los ánimos, y luego Quique Domenech apareció con su cuatro para acompañar a la orquesta en la composición “Levanta tu bandera”.

Tras la proyección de un vídeo en el que Richie Ray y Bobby Cruz narraron anécdotas de sus 45 años como dúo, comenzó el segundo acto del espectáculo con el tema “La zafra”, que dio paso a una brillante aparición de la vocalista Lunna durante “Amor en la escuela”, la religiosa “La oración”, y “Yo sé que te amo”.

El concierto, que en momentos pareció convertirse en un culto religioso debido a expresiones como “amén” y “gloria a Dios” por parte del vocalista, y que fueron repetidas por el público, continuó con el que fue, posiblemente, el momento más memorable, cuando Gilberto Santa Rosa y Roberto Roena aparecieron para sonear al ritmo del emblemático “Jala jala”.

Gilberto Santa Rosa no cobró por cantar

El llamado “Caballero de la Salsa” permaneció en el escenario para vocalizar junto con Bobby Cruz el “Guaguancó raro” y “El diferente”, mientras que cantó como solista la pieza de corte religioso, pero con ritmos de salsa, “Los fariseos”.

Bobby Cruz recalcó que Gilberto Santa Rosa no cobró por su aparición, como su “regalo” por la celebración de los 45 años de trayectoria del aclamado dúo.

Tras el coreado bolero clásico “A mi manera” y un popurrí de éxitos, llegó el esperado “Sonido bestial”, que luego fue sellado con la ejecución de “Mi bandera”, momento en el que se presentaron visuales de escenarios naturales de Puerto Rico, al igual que de importantes figuras nacionales del deporte y las artes.

Una inmensa bandera boricua desplegada desde el techo del inmueble dio punto final al concierto que representó una nueva página en la historia de la música popular puertorriqueña.