Un balance del festival mundial de la salsa

Tota

La octava edición del Festival Mundial de Salsa de Cali fue un éxito y varias cosas quedan por resaltar.

– El alto nivel de las escuelas de Cali.
El ejercicio del baile de la salsa se profesionaliza cada vez más en Cali, con un nivel de exigencia que se refleja sobre el escenario y que consolida a los bailarines caleños como referentes internacionales

– La fidelidad del público.
Alegres, respetuosos, generosos en el reconocimiento al artista que trata de dar lo mejor, solidarios con aquel que sufre la derrota en la competencia.

– El tributo a Celia Cruz
.A diez años de su muerte, en Nueva York y La Habana el nombre de Celia hoy es sólo un recuerdo. En Cali demostramos que Celia sigue viva y que mientras esta ciudad siga cantando y bailando sus letras, ella nunca morirá. Ese gran músico y señor que es José Aguirre nos regaló otra muestra de su genio creador, al conformar una orquesta que nos hace sentir orgullosos de los músicos que se tiene en Cali.

– La escenografía.
Es el único lunar de un trabajo de producción artística casi impecable. Se nota que no se hace mayor inversión en este frente. El escenario no está a la altura de la calidad del espectáculo que ofrecen nuestros bailarines, se ve pobre en escenografía y luces, no refleja la magia natural de la atmósfera salsera y no ofrece las condiciones necesarias para garantizar un espectáculo de carácter mundial, como el que queremos vender.