El sonero de la Juventud se confesó ante los dominicanos

Tota

Víctor Manuelle, el salsero puertorriqueño que se presentó el viernes y sábado pasados en la Sala Eduardo Brito del Teatro Nacional, dejó bien claro que no es un simple ‘sex symbol’ o producto comercial de la música, sino que tiene talento.

Un derroche de salsa acompañó la actuación del intérprete que, junto a sus movimientos pélvicos y sensuales puso a suspirar a más de una de sus fans.’Confesiones’, una producción a la altura de la principal sala de espectáculos del país. Como lo prometió, así lo cumplió. Un despliegue de recursos tecnológicos de los más mordernos.

Siete pantallas, incluyendo una gigante, iban pasando imágenes de video clips simultáneamente con las canciones del artista. Luego un recurso, muy bien utilizado, de éste con otra imagen suya en una conversación, como si fuera en vivo, en la cual el personaje de la pantalla (su otro yo), decía sus secretos “inconfesables de Víctor Manuelle’’. Uno de tantos, por ejemplo, que es maniático con la ropa.”Gracias por permitirme realizar uno de mis sueños más anhelados, presentarme en el escenario más importante que ustedes tienen’’, dijo el intérprete de ‘No hace falta nada’.Un espectáculo prácticamente sencillo, pero bien hecho.

Cuatro bailarinas e igual número de bailarines, 10 músicos, dos coristas, las pantallas y el carisma de Víctor Manuelle, fue suficiente para poner a gritar, pasearse por los pasillos del teatro a las jovencitas que querían un beso de parte del cantante.El homenaje a la música dominicana, incluyó dos de Juan Luis Guerra y el clásico ‘Baitolina’, que formaron parte de los 19 temas que interpretó durante el espectáculo.

La contraparte dominicana, los humoristas Raymond Pozo y Miguel Céspedes también se lucieron, claro que a su estilo, porque, a pesar de que todo fue muy bien, hubo algunos chistes un poco subidos de tono, pero “nada grave’’, dirían algunos.Que más podía esperarse de un espectáculo popular.

Muchos pudieran decir que debió ser en otro lugar, pero tampoco hay que ser muy rígidos. La cosa es que el empresario Luis Medrano sabe lo que la gente quiere y eso es precisamente lo que le da.