La pieza presenta minuciosamente la carrera artística y la existencia trágica de un fotógrafo-salsero mítico de nombre Daniel Cuevas. Este individuo, en aras de su arte visual y su vibración musical -que es la salsa-, que también es su vida, desarrolla un ansia irreprimible de sentir, amar y vivirse la vida a borbotones, con un egoísmo total que le lleva a usar a los que le rodean. Estos, por su parte, sienten tanta devoción por aquel que se le entregan sin aparente reticencia, porque creen en él y ven lo bueno y glorioso de su vida y su arte, aunque el propio artista no se da cuenta, por su aparente insensibilidad y endurecimiento moral.
El drama, excelentemente escrito, nos envuelve como espectadores en la violencia emocional del texto y nos sacude sin que podamos evitarlo. El autor, totalmente enfocado en el fotógrafo salsero y su psiquis, exhibe una sólida economía de recursos y resiste la tentación de ponerse a pontificar o a explorar otros aspectos de su personaje, como por ejemplo, su proceso creativo y el ambiente farandulero en que se desenvuelve.
La narración de la vida y muerte de Daniel, en parte es vista a través de los ojos de su amigo Luis Marrero, soberbiamente encarnado por Ernesto Javier Concepción. Es una actuación sobrecogedora en su amplitud y profundidad, que confirma la posición de Ernesto como uno de los grandes actores del panorama teatral actual.
Yamaris Latorre reluce en su interpretación muy conmovedora del personaje de Marime Zayas, la compañera sufrida, cómplice objetivo de su cámara y víctima a la vez del fotógrafo salsero egoísta y cínico, pero a sabiendas del daño que representa para ella y su mundo, se entrega al amor con total abandono.
Mas no olvidemos que el peso de la obra descansa en los hombros capaces del productor y principal figura del drama, el salsero encarnado con total convencimiento y fluidez, por Modesto Lacén, que se agiganta en la articulación de este complejo e interesante personaje. Su actuación es verdaderamente memorable.
Intervienen como sombras de la muerte: Cesar Rivera, Catherine Molina, Silvia Caraballo y Xavier Robert. La coreografía es de Cesar Rivera. Las luces, estupendas, son de Alberto Segarra,
Hay que destacar la estupenda calidad visual y teatral del montaje escénico, dirigido por Mario Colón, y producido por Modesto Lacén, quien estrena con esta producción su propia compañía productora bajo el nombre de Nueva Escena, Inc. La asistente de producción es Yeydée de la Torre y la regiduría de escena es de Julio Ramos.
Nos encantó el uso de elementos visuales en el montaje de forma ágil e imaginativa, incorporando vistas fijas, fotografías y pasajes filmados, todos de excelente calidad.
La obra continúa en cartelera otro fin de semana adicional. La recomendamos sólo para adultos, por su lenguaje franco y abierto, de la calle, sin ninguna otra reserva. Vayan y vibren.
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