En dos semanas Pedro Angel Arroyo Torres, apodado “Droan” por su padre Pedro -fallecido hace 35 años en el accidente aéreo en que pereció el equipo de volibol femenino de Puerto Rico´-, homenajeará en vida a dos personalidades de la cultura salsera puertorriqueña: Tommy Olivencia y Roberto Angleró.
Con el homenaje al compositor de la bomba “Si Dios fuera negro” y al líder de La Primerísima, ya suman alrededor de treinta las luminarias de la salsa reconocidas en vida por Arroyo y La Z.
Arroyo reconfirmó que Cano Estremera no cantará con la orquesta de Bobby Valentín el éxito “La boda de ella” de Angleró.
El elenco de la vigésima segunda edición del Día Nacional de la Salsa, programada para el domingo 6 de marzo desde el mediodía en el estadio Roberto Clemente de Carolina, se compone de la orquesta de Olivencia con Viti Ruiz, Simón Pérez, Héctor Tricoche, Paquito Acosta, Sammy González y Paquito Guzmán; de El Gran Combo posiblemente con Andy Montañez; Valentín con Luisito Carrión, Héctor Iván y Luigi Texidor; la banda juvenil NG-2, la Sonora Ponceña y Oscar D´León.
“Este es uno de los programas más balanceados porque tiene de todo, aparte de las sorpresas”.
Arroyo se refiere al rapero Voltio, quien cantará con la Sonora Ponceña; a Tego Calderón, que se unirá a Ismael Miranda y Moncho Rivera en un tributo al Sonero Mayor; y a Andrés Jiménez “El Jíbaro”, trovador que entonará “Soy boricua” con la orquesta de Valentín.
La expectativa de Arroyo es que el Día Nacional de la Salsa supere la asistencia de años previos. Al apelar a la juventud seguidora del reggaetón debe atraer más personas al estadio carolinense.
“Lo estoy haciendo no sólo por llevar más gente sino por lo que han hecho por la salsa. Tego arrancó con “Planté bandera” y Voltio grabó con la Ponceña al igual que con Jerry Rivera”.
Desde su niñez Pedro Arroyo es un acérrimo simpatizante de la salsa que conoció personalmente al pianista Luisito Benjamín. Pocos conocen que toca la guitarra de oído y que durante su adolescencia interpretó los éxitos de Los Beatles.
“También conocí personalmente a Tito Rodríguez. Cuando murió yo tenía 22 años. Yo iba mucho al Monte Casino en Bayamón, donde conocí a muchas estrellas”, señala Pedro, cuya colección se nutre de alrededor de 8 mil elepés, 6 mil compactos y aproximadamente mil horas en vídeo.
Es tanta su afición por la música que Pedro, de 53 años, impulsó la ley 100 que proclama el tercer domingo de marzo como el Día Nacional de la Salsa en Puerto Rico. Igualmente trabajó en el borrador de un curso sobre música popular para el departamento de Educación.
“El proyecto 0133 fue aprobado en el 2000 por la Cámara y el Senado de Puerto Rico, pero la ex gobernadora Sila Calderón y el entonces secretario de educación César Rey lo vetaron. Todavía espero una explicación porque lo que se pretendía era crear una clase de bellas artes sobre todo en lo relacionado a la música popular puertorriqueña. Voy a tocar otra vez a las puertas”, dijo en obvia alusión a que gestionará que un legislador redacte una nueva versión del proyecto para que, tras ser aprobado por el Senado y la Cámara, el gobernador Aníbal Acevedo Vilá lo firme.
A pesar de los cambios de administración por los que ha atravesado Z-93, Pedro Arroyo ha prevalecido en la posición de programador, lo que muchos atribuyen a sus conocimientos y al éxito multitudinario del Día Nacional de la Salsa.
Semanas atrás rechazó el homenaje que el ejecutivo John Sepúlveda de SBS (propietaria de La Z) proyecta dedicarle el 21 de mayo en un concierto de las Estrellas de Fania en el Coliseo de Puerto Rico por entender que aún le resta reconocer a otras figuras.
“A mí me queda mucho por hacer todavía y hay otras figuras que se deben reconocer. Yo lo que trato es preservar la obra de los grandes maestros que hicieron la historia de la salsa, como Ismael y Cortijo que llevaron la bomba y la plena a lugares donde no se le permitía acceso a la gente negra”.
Su pensamiento y energía los concentra en la producción del Día Nacional de la Salsa, evento en el que Pedro Arroyo pierde un promedio de diez libras.
“Ese día en vez de comer, tomo mucha agua”.
Después, ya sea en su oficina, en su auto o en su residencia, sintoniza La Z o de lo contrario se deleita escuchando los clásicos del género musical que mejor representa la puertorriqueñidad alrededor del mundo.
“Sin negar que uno u otro domingo me remonto a la década del 40 y con una copita de vino y un cigarro me siento a escuchar a Daniel Santos, Gilberto Monroig, el Cuarteto Victoria, porque esa música me encanta”.
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